Jamoneria Munin. Recuerdos navideños de mi infancia.
Hoy me permitireis que me ponga nostalgico. Total, treinta años no son nada :-).
No hace tantos años ( unos treinta :-) ) no habia pan fresco el dia de Navidad. Bueno, eso no es del todo cierto. Habia sitios que lo traian de fuera, y habia sitios con hornos propios. Uno de esos sitios era Munin, el Munin de Cuatro Caminos.
Un negocio de toda la vida en un edificio de toda la vida. Alli ibamos mi hermano y yo con mi madre o mi abuela. Tengo un recuerdo especial, de estos que se te quedan sueltos en la memoria. No es de un unico año, puede que de dos, puede que de mas. La cola llegaba a la calle. El local, ya cerrado ( ahora el negocio esta en Pardo de Cela ) consistia en un largo pasillo-mostrador que se ensanchaba a la izquierda para formar el comedor. En el techo, dando ese olor especial, muchisimos jamones, con su recojeaceite abajo, para no gotear. En las paredes de dentro y en el mostrador, una enorme variedad de embutidos. Sobre todo para un niño, eran una promesa de infinitos y diferentes placeres culinarios.Y al fondo se vendia el pan. Habia que hacer toda la cola, claro esta. Pero ya sabemos que los niños de diez años o menos no se caracterizan por su gran paciencia.
¿Cual era el truco para que no molestasemos? Se podia entrar en la zona del comedor, entonces casi vacia. No estaba separada fisicamente del pasillo, aunque no recuerdo ahora si era cuadrada o tenia forma de ele. Son los años, perdonad mi memoria. Habia una television en lo alto, encendida. Os estoy hablando de la epoca en la que solo habia dos canales. Los dias de Navidad echaban los especiales navideños de Hanna Barbera, con Yogui y sus amigos en Yellowstone, todo nevado. Mi hermano y yo no eramos los unicos que mirabamos hinoptizados la pantalla, viendo aquella nieve que en La Coruña era una desconocida aguardada, precisamente por cosas como aquellos capitulos, y que nunca llegaba. A veces la cola daba tiempo a seguir todo el capitulo.
Hoy, a ese edificio le quedan dos telediarios. Las obras ya lo rodean. Nadie levantara su voz para defender y conservar ese edificio. Sera vendido, derruido, convertido en una fuente de ingresos gracias a la venta de pisos. Y otro pedazo de la memoria de La Coruña de mi niñez se habra ido. Pero cada vez que vea a Yogui en la nieve, volvere a sentir el olor especial de cientos de jamones colgando del techo en la mañana de Navidad.
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