Tabaco y pasotismo: Ignorando la ley
Leo esto en La Voz de Galicia:
" (Adriana Blanco a coruña)
Es un tema tabú del que muy pocos quieren hablar. Si se muestran abiertos a dar su opinión, no lo están al compromiso que supone dar su nombre. Pero la realidad es que en A Coruña se sigue fumando, y mucho, en zonas donde hay hasta cinco carteles donde se lee: «Prohibido fumar». La permisividad es tan grande que los fumadores pasivos se declaran «acostumbrados» y los activos no saben o no contestan.
Pongamos como ejemplo el edificio de los Nuevos Ministerios. Allí entran al día cientos de personas y, teóricamente, está prohibido acceder a las instalaciones con un cigarrillo prendido. En un transcurso de 15 minutos entraron varias personas fumando, algunas de ellas con cargos públicos relevantes. En el vestíbulo todavía hay ceniceros y, a pesar de que los funcionarios saben que no está permitido el consumo de tabaco, hay pocas medidas para controlar la situación. «A nivel personal -recalca uno de los empleados que no quiso dar su nombre- yo no voy corriendo a decirle a alguien que apague el cigarro». Primero, porque entienden que esa labor compete a alguien de seguridad y, segundo, porque es más que conocido que «en los organismos oficiales no se puede fumar». A pesar de eso, hay varios ceniceros disponibles en el inmueble.
La Universidad es ya otra cosa. Podríamos decir que allí es donde se encuentra la mayor permisividad. Algunos estudiantes, como Antonio y Ana, son conscientes de que fumar donde está permitido «es una cuestión de respeto», asegura Antonio. Por eso lo hacen en el espacio reservado de la cafetería. Pero su actitud no contagia a los demás, ya que «aquí fuma todo el mundo, hasta los profesores». Por algo el suelo de las cafeterías aparece cubierto de cigarrillos a lo largo del día, tanto en la zona permitida como en la que no. «Cuando no hay sitio donde sentarse, la gente fuma donde puede», comenta un camarero de la Facultad de Derecho. «Hay gente que nos pregunta: ¿Puedo encender un cigarro? Teniendo en cuenta que hay cinco carteles que lo prohiben, eso es como preguntar al de tráfico si puedes ir a 180 por la autopista».
La cuestión está más regulada en los hospitales, pero todavía queda mucho por hacer. Es más, el túnel de Urgencias del Juan Canalejo aparece plagado de colillas a las siete de la mañana. Luego no se ve porque aparece el servicio de limpieza. Pero, en general, hay más gente que respeta la normativa y lo hace en el exterior, donde los ceniceros son montañas de cigarrillos: «Eu teño un parente aquí e entendo perfectamente que teña que saír para fumar», afirma Carmen Pallares, una visitante. Para eso «está a cafetería, que ten un espazo de fumadores».
Y en esa zona reservada es donde se podrán encender pitillos en el Fórum Metropolitano. Desde hoy no habrá máquina de tabaco, por petición expresa del Ayuntamiento. Quienes regentan el bar no saben si la gente está dispuesta a cumplir la normativa, pero los carteles ya se han hecho notar: «Un Ayuntamiento sin humo por tu salud», se lee en ellos. Con todo, ayer por la tarde aún los había que aprovechaban «porque es el último día». "
Que no es nada nuevo, pero a veces uno lee estas cosas y se cabrea, como cuando veo el edificio de la UNED lleno de gente fumando en los pasillos, incluso bajo el cartel de prohibido fumar. Y aun encima se te quejan si protestas. Claro, que eso de los derechos es para quedar bonito, no para hacerle caso. Me pregunto que pasaria si yo echase gotas de licor o de lima en sus cafes, en el bar. Seguro que pretestarian, me llamarian d etood, me dirian que sus cafes son suyos...Pues mis pulmones son mios, y si los quiero llenar de mierda, lo hare yo solito.
" (Adriana Blanco a coruña)
Es un tema tabú del que muy pocos quieren hablar. Si se muestran abiertos a dar su opinión, no lo están al compromiso que supone dar su nombre. Pero la realidad es que en A Coruña se sigue fumando, y mucho, en zonas donde hay hasta cinco carteles donde se lee: «Prohibido fumar». La permisividad es tan grande que los fumadores pasivos se declaran «acostumbrados» y los activos no saben o no contestan.
Pongamos como ejemplo el edificio de los Nuevos Ministerios. Allí entran al día cientos de personas y, teóricamente, está prohibido acceder a las instalaciones con un cigarrillo prendido. En un transcurso de 15 minutos entraron varias personas fumando, algunas de ellas con cargos públicos relevantes. En el vestíbulo todavía hay ceniceros y, a pesar de que los funcionarios saben que no está permitido el consumo de tabaco, hay pocas medidas para controlar la situación. «A nivel personal -recalca uno de los empleados que no quiso dar su nombre- yo no voy corriendo a decirle a alguien que apague el cigarro». Primero, porque entienden que esa labor compete a alguien de seguridad y, segundo, porque es más que conocido que «en los organismos oficiales no se puede fumar». A pesar de eso, hay varios ceniceros disponibles en el inmueble.
La Universidad es ya otra cosa. Podríamos decir que allí es donde se encuentra la mayor permisividad. Algunos estudiantes, como Antonio y Ana, son conscientes de que fumar donde está permitido «es una cuestión de respeto», asegura Antonio. Por eso lo hacen en el espacio reservado de la cafetería. Pero su actitud no contagia a los demás, ya que «aquí fuma todo el mundo, hasta los profesores». Por algo el suelo de las cafeterías aparece cubierto de cigarrillos a lo largo del día, tanto en la zona permitida como en la que no. «Cuando no hay sitio donde sentarse, la gente fuma donde puede», comenta un camarero de la Facultad de Derecho. «Hay gente que nos pregunta: ¿Puedo encender un cigarro? Teniendo en cuenta que hay cinco carteles que lo prohiben, eso es como preguntar al de tráfico si puedes ir a 180 por la autopista».
La cuestión está más regulada en los hospitales, pero todavía queda mucho por hacer. Es más, el túnel de Urgencias del Juan Canalejo aparece plagado de colillas a las siete de la mañana. Luego no se ve porque aparece el servicio de limpieza. Pero, en general, hay más gente que respeta la normativa y lo hace en el exterior, donde los ceniceros son montañas de cigarrillos: «Eu teño un parente aquí e entendo perfectamente que teña que saír para fumar», afirma Carmen Pallares, una visitante. Para eso «está a cafetería, que ten un espazo de fumadores».
Y en esa zona reservada es donde se podrán encender pitillos en el Fórum Metropolitano. Desde hoy no habrá máquina de tabaco, por petición expresa del Ayuntamiento. Quienes regentan el bar no saben si la gente está dispuesta a cumplir la normativa, pero los carteles ya se han hecho notar: «Un Ayuntamiento sin humo por tu salud», se lee en ellos. Con todo, ayer por la tarde aún los había que aprovechaban «porque es el último día». "
Que no es nada nuevo, pero a veces uno lee estas cosas y se cabrea, como cuando veo el edificio de la UNED lleno de gente fumando en los pasillos, incluso bajo el cartel de prohibido fumar. Y aun encima se te quejan si protestas. Claro, que eso de los derechos es para quedar bonito, no para hacerle caso. Me pregunto que pasaria si yo echase gotas de licor o de lima en sus cafes, en el bar. Seguro que pretestarian, me llamarian d etood, me dirian que sus cafes son suyos...Pues mis pulmones son mios, y si los quiero llenar de mierda, lo hare yo solito.
4 comentarios
de nuevo el autor -
Anónimo -
Adriana
Tutéame, por favor
el autor y recopilador -
ALB -
Fdo: Adriana