De autonomos y huelgas.
" Soy autónomo. Con el tiempo, y con muchas horas de trabajo y quebraderos de cabeza, he llegado a montar un taller de metal. Normalmente trabajo para otras industrias, pero también recibo encargos de comercios y alguna empresa de construcción.
Desde hace un par de años, las cosas no van bien. Algunos de mis clientes han cerrado; otros han reducido plantilla y no hacen tantos pedidos como antes. Los bares y comercios que a veces he tenido como clientes tampoco piensan en mejorar sus instalaciones. Dicen que, en el barrio, muchos trabajadores del polígono se han ido a la calle y que se ha notado el bajón en las ventas. Además, todo lo relacionado con la construcción hace tiempo que está prácticamente parado, como todos sabemos. Y más todavía con los recortes que están decidiendo para los presupuestos del Gobierno, de las Comunidades Autónomas y de los Ayuntamientos.
Fuente: www.jrmora.com
Ahora, el Gobierno dice que va a destinar cientos de millones para pagar atrasos a proveedores. Yo no trabajo para el Ayuntamiento, pero me parece que eso es pan para hoy y hambre para mañana. Porque resulta que si el dinero llega a través de los bancos (no del Estado), y los ayuntamientos van a tener que pagar un 5% de intereses, dentro de no mucho van a estar igual o peor, y tendrán que subir los impuestos municipales, que pagamos todos. Me parece que aquí van a ganar, sobre todo, las constructoras y compañía (y los bancos), como siempre, que son los que manejan este cotarro.
En el taller, mal que bien, aguantamos el tirón. Siempre he respetado el convenio y mis dos empleados cumplen bien con la faena, como han hecho en los casi veinte años que llevan conmigo. Pero el problema viene por los bancos: cada vez cuesta más negociar las letras, y a mis clientes les ponen problemas con el descuento, así que tengo que hacer las letras cada vez a más largo plazo. Dicen que es porque no hay «confianza», pero el BBVA y el Santander no dejan de anunciar beneficios de miles de millones. Además, el periódico dice que los bancos han recibido ya medio billón de euros del Banco Central Europeo a un interés ¡del 1%! (jamás veremos nosotros esos intereses), supuestamente para que los canalicen hacia la actividad productiva, o sea nosotros, por ejemplo.
A todo esto, he empezado a ver publicidad de una gran empresa de Madrid que se dedica a lo mismo que yo. Quiero comprar una nueva máquina para aumentar la productividad, pero resulta que me ponen unos intereses prohibitivos, ¡y eso que desde Europa y el Gobierno no hacen más que inyectarles dinero a bajo interés para que llegue a las pequeñas empresas! A los grandes, en cambio, sí les financian, y eso que les han bajado el impuesto de Sociedades; así que me parece que sólo me queda esperar a poder jubilarme antes de que me coman el terreno.
Claro que esa es otra: llevan tiempo diciendo que dentro de poco no habrá dinero para las pensiones. Si la cosa sigue así, veremos lo que acabo cobrando, porque parece que el 90% del Parlamento está de acuerdo en recortar gastos sociales. Pero ¿por qué no suben los impuestos a los que más tienen, a Botín, Florentino Pérez, etc., y pagan las pensiones con ese dinero? Y no es sólo lo que me pueda pasar a mí. Mis hijos han empezado a tener trabajos estables pasados los treinta años, así que no sé qué les quedará cuando se jubilen, porque cada vez exigen tener más años cotizados para cobrar una pensión más o menos digna.
Mis dos hijos han podido estudiar. Siempre han ido a centros públicos. Mi hija, que ahora es maestra, me dice que con los recortes este curso tienen más niños en clase; y, además, les han quitado los desdobles y otras ayudas para los críos que tienen más problemas. Tampoco llegan los sustitutos, porque cuando más tarden en contratarlos, más ahorra la Administración. Por si fuera poco, llevan dos años con bajadas y congelaciones de sueldo, y ahora anuncian más, así que dice que no piensa cambiar el cochecillo que le compré cuando iba a la universidad, porque no sabe si va a poder pagar las letras de uno nuevo. La verdad es que, últimamente, tampoco sale casi a cenar.
Mi otro hijo no llega a los mil euros en un trabajo que, aunque no es lo suyo, le gusta porque siempre ha sido un “manitas”. Quiere hacer un ciclo de FP para ver si así encuentra algo mejor pagado, pero resulta que ahí también han recortado las plazas, así que tendrá que quedarse como está, si no lo echan. Con la reforma laboral, ahora su jefe ya no tendrá que justificar nada. Y encima el finiquito será más bajo, ya sólo veinte días por año.
Y es que, desde el Gobierno, dicen que con la reforma laboral lo tendremos todo muy fácil ahora. Pero, ¿para qué quiero yo que me faciliten el despido, o tener ayudas para contratar a una persona distinta cada año? Lo que necesito es alguien que conozca el oficio, y eso ya lo tengo. ¿Que me puedo ahorrar dinero bajando el sueldo a mis empleados? Por experiencia sé muy bien que un operario mal pagado, al final sale caro. Y, además, todo eso significa que eso mismo pasará con ¡mis hijos!, y con los del vecino, y el otro y el de más allá. Entonces, ¿la solución es que todos seamos pobres?
Sacando cuentas, a mí me da lo mismo poder echar a uno de mis dos empleados por menos dinero, porque no me arregla nada; lo que yo necesito es que la gente vaya al bar y a las tiendas que me hacían encargos, que les compren a las fábricas que me hacían pedidos y que el Ayuntamiento gaste en obras que sean útiles para la gente y den empleo. Pero para eso hace falta que haya trabajo y no que despidan a la gente; hace falta que el Gobierno saque el dinero de los que más tienen y lo gaste en las pensiones, en los colegios, en los hospitales, en investigación, en viviendas baratas y en infraestructuras útiles para la sociedad y la economía.
Cada vez lo veo más claro: por mi negocio, por mis hijos y por la gente del barrio, tengo que ir a la huelga el día 29. Yo voy a echar la persiana. "
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