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La Torre de Hercules

Una ultima apuesta.

Este cuento fue escrito hace muchos años, dedicado a un amigo que entonces estaba soltero y sin descendencia. Hoy me ha dicho que espera un hijo con su mujer. Al final, el cuento puede ser publicado. Han pasado muchos años,pero aun lo conservaba dentro de una carpeta, esperando el momento idoneo. Al final vera la luz. Espero que te guste. Sed felices y dichosos.

Una ultima apuesta.

Roman Emptyl se estaba muriendo. En el pasillo del hospital su mujer miraba la puerta de su habitacion balanceandose adelante y atras, mientras sus manos parecian capaces de destrozar el asiento donde intentaba descansar un poco. Lo amaba tanto que no podia expresarlo. Estaba pensando en lo injusto de la vida y en el dolor que la devoraba cuando la puerta de la habitacion se abrio y Jack salio.

Alto, moreno, delgado, prematuramente envejecido, sereno y honrado a carta cabal; el mejor amigo de su esposo se le acerco y beso su frente. Ella lo miro a los ojos y vio en ellos una dureza y una determinacion que la calmaron. Dejo de llorar y se levanto para abrazarlo.

-No morira hoy. No si yo puedo hacer algo. Esperame aqui y si no vuelvo hazlo feliz.

Sin dejarla decir nada, Jack se marcho. Recorrio el pasillo a grandes zancadas, con la gabardina desabrochada ondeando tras el, como en las peliculas. Por un momento; por el rabillo del ojo; le parecio que iba vestido con una capa, calzado con botas altas y tocado con un sombrero acabado en unas plumas, con una espada colgando de su cinturon. Demasiadas noches sin dormir casi nada, seguramente. Parpadeo, seco sus lagrimas y lo busco con la mirada de una amiga, pero ya no estaba alli.

* * *

Su primera parada fue en el castillo De la Fére.Atraveso el condado por la noche, cabalgando como un espectro que pudiera ver en la oscuridad. Llego a la hora del desayuno, y debieron de verlo por las cristaleras del comedor porque los condes acudieron a recibirlo. Al verlos abrazados recordo a Roman y a su esposa; abrazados, unidos, felices, dignos de vivir juntos durante mas años. Su determinacion aumento al descabalgar.

-Jack, me alegra verte de nuevo. ¿Que noticias traes?

-Roman se esta muriendo. Necesita nuestra ayuda.

-Por supuesto. Dame unos minutos para armarme y voy contigo.

-Jack, ¿me permitirias ir con vosotros? Tambien yo quiero ayudar a Roman.

El conde y Jack la miraron y se miraron hablando sin palabras. Sin saber que decir. Aun sabiendo que ella podria ayudar, todavia tenian que recoger a los demas compañeros, y ella no se llevaba demasiado bien con todos ellos. El conde tomo la iniciativa.

-Anne, cariño. Tal vez no sea lo mas conveniente.

-¿Lo dices por tus camaradas? No me importa. Gracias a Jack y a Roman tenemos una oportunidad. Ellos y yo. Si no hubiera sido por ellos, aquella tarde en el convento con Constance, todo habria sido muy diferente. No podeis impedirle a alguien que se lo debe todo que le ayude. Ire.

-De acuerdo. Avisare a los demas. ¿Donde nos encontraremos?

-Donde siempre. La biblioteca estara abierta toda la noche. Ahora tengo que irme a por los demas. Gracias por todo.

-Deberiamos dartelas nosotros. Suerte en la busqueda. Nosotros no os fallaremos.

Jack monto a caballo y partio al galope mientras los condes entraban en el castillo; abrazados y juntos mientras el acariciaba a traves del vestido y del tiempo la marca que su esposa lucia en el hombro.

* * *

El malayo lo vio en cuanto la barca aparecio en el horizonte. Espero pacientemente a que se acercara y entonces desperto al hombre que dormitaba al sol. Este se desperezo, tomo unos tragos de agua fresca, arreglo sus vestiduras y enfoco al intruso con su catalejo.

-¿Un ingles?

-Nada mas opuesto. Nos mataria a todos si nos oyese llamarlo asi, amigo mio. Sigue vigilando, yo le dare la bienvenida a nuestro invitado.

Con calma, confiando en la lancha, Jack atraveso la bahia esquivando los arrecifes y los bancos de coral. Vio al hombre que le esperaba en la playa, vestido como un europeo a pesar del clima de Borneo. Llego al embarcadero, salto al muelle y abrazo al portugues.

-¿Todo bien, amigo mio?

- Me temo que no. Roman se muere.

- ¿Podemos ayudarte?

- Eso es lo que esperaba suplicaros.

-¿Suplicar? ¿Tu? ¿A nosotros? Bromeas, sin duda. Todo Mopracem esta a tus ordenes. ¿Cuantos hombres necesitas? ¿Cuantos juncos deseas?

Jack sonrie y dice solamente dos nombres. Una cabeza asiente y el vuelve a su barca, dispuesto a reclutar al ultimo miembro de su pequeño ejercito.

* * *

El tranquilo y pequeño pueblo castellano ve llegar al jinete sin temor ni miedo.Sin dudas, llega hasta una casa de dos pisos en el limite de la aldea. Alli el jinete descabalga y llama a una puerta. Unas palabras son dichas y , con algo de temor, se le flanquea el paso. El jinete entra en el patio interior, donde un anciano lee un libro a la sombra de una galeria. Se le acerca y, respetuosamente, pregunta:

-¿Don Alonso?

-Si, ¿quien pregunta por mi?

-Os necesito para una ultima aventura, Don Alonso.

El anciano sonrie y niega con la cabeza.

-No. Sin duda Vos buscais a quien no soy yo. Vos necesitais a Don Quijote.

El recien llegado sonrie y niega a su vez con la cabeza.

-No, Don Alonso. Es a vos a quien busco. Al lector, al que entiende, al que anhela...

El anciano duda, piensa, mira al jinete, asiente, y ; entrando en la casa, sale de ella con una espada y una bacia de barbero.

-¿Una ultima salida, pues?

* * *

La Muerte cabalgaba rapida y veloz hacia el hospital, dispuesta a recoger el alma de Roman, cuando vio a un pequeño grupo de personas en su camino. Conociendo la tradicion y las leyes se detuvo y espero.

-¿Quien me desafia?

-Yo. En el nombre de mi amigo. En su nombre invoco el derecho a duelo. A un ultimo juego.

-¿Conoces la Ley? Todo o nada. Si ganas, el vivira. Si pierdes, ambos morireis.

-Conozco la Ley. Aun asi, te desafio a un ultimo juego, segun la tradicion y el honor.

-¿Por que? ¿Por un amigo?

El hombre sonrie, se saca el sombrero, la gabardina, la capa, quedando solo con la espada en la mano y sonriendo, solo dice:

-Un amigo, un esposo, un futuro padre... ¿Que mas da? ¿Luchamos por el?

-Asi sea. ¿Has tenido buenos maestros en el arte de la esgrima?

-Los mejores que he podido encontrar. ¿Luchamos, pues? ¿En guardia?

Dos asentimientos de cabeza y la guadaña y la espada se cruzan.

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