Las serpientes de Borges: 3
La Hidra de Lerna
Tifón (hijo disforme de la Tierra y del Tártaro) y Equidna, que era mitad hermosa mujer y mitad serpiente, engendraron la hidra de Lerna. Cien cabezas le cuenta Diódoro el historiador; nueve, la Biblioteca de Apolodoro. Lemprière nos dice que esta última cifra es la más recibida; lo atroz es que, por cada cabeza cortada, dos le brotaban en el mismo lugar. Se ha dicho que las cabezas eran humanas y que la del medio era eterna. Su aliento envenenaba las aguas y secaba los campos. Hasta cuando dormía, el aire ponzoñoso que la rodeaba podía ser la muerte de un hombre. Juno la crió para que se midiera con Hércules.
Esta serpiente parecía destinada a la eternidad. Su guarida estaba en los pantanos de Lerna. Hércules y Yolao la buscaron; el primero le cortó las cabezas y el otro fue quemando con una antorcha las heridas sangrantes. A la última cabeza, que era inmortal, Hércules la enterró bajo una gran piedra, y donde la enterraron estará ahora, odiando y soñando.
En otras aventuras con otras fieras, las flechas que Hércules mojó en la hiel de la hidra causaron heridas mortales.
Un cangrejo, amigo de la hidra, mordió durante la pelea el talón del héroe. Éste lo aplastó con el pie. Juno lo subió al cielo, y ahora es una constelación y el signo de cáncer.
Tifón (hijo disforme de la Tierra y del Tártaro) y Equidna, que era mitad hermosa mujer y mitad serpiente, engendraron la hidra de Lerna. Cien cabezas le cuenta Diódoro el historiador; nueve, la Biblioteca de Apolodoro. Lemprière nos dice que esta última cifra es la más recibida; lo atroz es que, por cada cabeza cortada, dos le brotaban en el mismo lugar. Se ha dicho que las cabezas eran humanas y que la del medio era eterna. Su aliento envenenaba las aguas y secaba los campos. Hasta cuando dormía, el aire ponzoñoso que la rodeaba podía ser la muerte de un hombre. Juno la crió para que se midiera con Hércules.
Esta serpiente parecía destinada a la eternidad. Su guarida estaba en los pantanos de Lerna. Hércules y Yolao la buscaron; el primero le cortó las cabezas y el otro fue quemando con una antorcha las heridas sangrantes. A la última cabeza, que era inmortal, Hércules la enterró bajo una gran piedra, y donde la enterraron estará ahora, odiando y soñando.
En otras aventuras con otras fieras, las flechas que Hércules mojó en la hiel de la hidra causaron heridas mortales.
Un cangrejo, amigo de la hidra, mordió durante la pelea el talón del héroe. Éste lo aplastó con el pie. Juno lo subió al cielo, y ahora es una constelación y el signo de cáncer.
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