Las serpientes de Borges:10.
Un Reptil Soñado por C. S. Lewis
...Lentamente, temblorosa, con movimientos inhumanos una forma humana, escarlata bajo el resplandor del fuego, salió del edificio a la caverna. Era el Inhumano, desde luego; arrastrando su pierna rota y con la mandíbula inferior colgante como la de un cadáver, se puso de pie. Y entonces, poco después de él, otro cuerpo apareció por el agujero. Primero salieron una especie de ramas de árbol y después seis o siete puntos luminosos agrupados como una constelación; luego, una masa tubular que reflejaba el resplandor rojo como si estuviese pulida. El corazón le dio un vuelco al ver las ramas convertirse súbitamente en largos tentáculos de alambre y los puntos de luz en otros tantos ojos de una cabeza recubierta de caparazón, que fue seguida de un cuerpo cilíndrico y rugoso. Siguieron horribles cosas angulares, piernas de varias articulaciones, y finalmente, cuando creía que todo el cuerpo estaba ya a la vista, apareció otro cuerpo siguiendo al primero y otro tras el segundo. Aquel ser se dividía en tres partes, unidas entre sí sólo por una especie de cintura de avispa, tres partes que no parecían estar debidamente alineadas y daban la sensación de haber sido pisoteadas; era una deformidad temblorosa, enorme, con cien pies, que yacía inmóvil al lado del Inhumano, proyectando ambos sobre el muro de roca sus dos sombras enormes en unida amenaza...
C. S. Lewis:
Perelandra, 1949
...Lentamente, temblorosa, con movimientos inhumanos una forma humana, escarlata bajo el resplandor del fuego, salió del edificio a la caverna. Era el Inhumano, desde luego; arrastrando su pierna rota y con la mandíbula inferior colgante como la de un cadáver, se puso de pie. Y entonces, poco después de él, otro cuerpo apareció por el agujero. Primero salieron una especie de ramas de árbol y después seis o siete puntos luminosos agrupados como una constelación; luego, una masa tubular que reflejaba el resplandor rojo como si estuviese pulida. El corazón le dio un vuelco al ver las ramas convertirse súbitamente en largos tentáculos de alambre y los puntos de luz en otros tantos ojos de una cabeza recubierta de caparazón, que fue seguida de un cuerpo cilíndrico y rugoso. Siguieron horribles cosas angulares, piernas de varias articulaciones, y finalmente, cuando creía que todo el cuerpo estaba ya a la vista, apareció otro cuerpo siguiendo al primero y otro tras el segundo. Aquel ser se dividía en tres partes, unidas entre sí sólo por una especie de cintura de avispa, tres partes que no parecían estar debidamente alineadas y daban la sensación de haber sido pisoteadas; era una deformidad temblorosa, enorme, con cien pies, que yacía inmóvil al lado del Inhumano, proyectando ambos sobre el muro de roca sus dos sombras enormes en unida amenaza...
C. S. Lewis:
Perelandra, 1949
0 comentarios